Nos ha dejado un hombre bueno, sencillo, solidario, idealista y carismático. En Agosto de 2005 trabajamos e en el Hospital de Bathalapalli de la Fundación Vicente Ferrer. Operamos más de 40 niños con fisuras faciales o secuelas de quemaduras. Hablamos muchas veces con Vicente, era accesible y de una conversación profunda.
Le gustaba recibirte en su casa y ofrecerte agua fresca con zumo de limón. Hasta tuvimos el honor de intervenirlo. El Dr Roberto Benedito y yo lo operamos de una lesión cutánea nasal que preciso de un injerto libre. Gracias Vicente, gracias porque tu obra queda, porque es verdad, porque se ha impregnado en muchos y también en nosotros.