La oreja tiene una escasa responsabilidad funcional pero una gran trascendencia estética. Cualquier alteración en forma, tamaño o posición genera preocupación.
Existen dos grandes grupos de problemas auriculares:
- Las mal posiciones se centran sobre todo en las orejas en asa y desplegadas. Se trata de un problema estético y sobre todo psicológico. Ni todos los niños, ni todas las orejas, son iguales ni merecen el mismo tratamiento. Su corrección debe ser individualizada, incluyendo técnicas diferentes incluso para cada lado. Podemos realizar un tratamiento “preventivo” a partir de los cinco años o uno correctivo cuando el paciente acuse los primeros “síntomas”.
- El segundo gran grupo lo forman las malformaciones que agrupamos bajo el término de microtia, ya que el defecto es siempre una falta de formación y puede variar desde una ausencia completa o parcial con afectación o no del conducto auditivo. En las formas unilaterales el déficit auditivo está compensado. Existen formas aisladas o asociadas a diferentes síndromes. Las formas bilaterales tendrán una hipoacusia de trasmisión y necesitarán el manejo de un otorrino especializado.
Crear una oreja es uno de los retos más difíciles de la cirugía reconstructiva pediátrica. Desde hace varios años estamos dedicados a este tema, con una formación específica con los mejores especialistas europeos. Esta experiencia nos ha permitido dirigir el único Centro de Referencia Nacional (CSUR) en reconstrucción auricular. (2008), designado por el Ministerio de Sanidad.
Utilizamos los cartílagos costales para reproducir un esqueleto auricular lo más parecido al sano. En una primera fase lo colocamos por debajo de la piel y en su posición exacta. Un año después reproducimos el surco retroauricular para dar tridimensionalidad a la nueva oreja.
Creemos que el tratamiento no debe iniciarse antes de los 10 años de edad ni con una talla inferior a 140 cm. La oreja crece hasta esta edad y necesitamos unos cartílagos de suficiente tamaño para reconstruir una oreja para el resto de su vida.
La oreja también es asiento de traumatismos que pueden variar en gravedad y repercusión, desde pérdidas completas hasta lesiones menores como el desgarro del lóbulo. Su manejo es difícil y especializado.